Creo que ya conté el otro día que estoy obligado a hacer este salto en avión porque en Myanmar que está en medio hay un régimen militar que está masacrando a su pueblo y no es aconsejable visitar.
Hoy la entrada va de anécdotas más que otra cosa.
Tengo que empezar diciendo que me ha dado mucha pena dejar el Hotel Elegant de Katmandú en el que al final he estado en tres ocasiones; a la llegada, después del Tíbet y después de Pokhara. Me he sentido como en casa. Esta gente tiene unas sonrisas y unos gestos hacia los clientes que te desarbolan.
Con la cría de recepción (yo creo que la mayoría son menores) me entendía fatal. Tenía que escribirmelo todo para enterarme, pero tenía una simpatía especial.
Le regalé cuando me iba a Pokhara dos mapas (Europa y Turquía) que no necesitaba y un libro en francés y otro en italiano que llevaba para refrescar esas lenguas en la primera fase.
Ella me ha regalado este pañuelo, muy común en Nepal, por cierto, y que me encanta.
En el coche que me lleva al aeropuerto internacional de Katmandú observo por enésima vez que todo el mundo lleva una figurita de su Dios preferido. Tienen tantos..., y también se presignan o algo parecido al pasar por delante de algún templo. En España se hacía cuando yo era niño. Recuerdo hacerlo yo mismo.
Uno de los ayudantes de la agencia, encargado de llevarme y recibirme en el aeropuerto ha hecho una buena amistad conmigo. Hemos bromeado mucho y está mañana, de su pecunio, me ha regalado este colgante de elefante tan gracioso con esas bolitas azul y rojas.
Llevaba días queriendo contaros lo de los guardias de tráfico. Los recuerdo en mi infancia en los cruces de Albacete, con correaje y gorro de boby blanco. El día de Nochebuena la gente los atiforraba a regalos que dejaba al pasar con el coche por el altillo ese al que se subían a veces para ordenar la circulación. Aquí los he vuelto a ver. En Katmandú.
También comentaros que por la ciudad, donde imperan las motos, al menos el 50% son muy buenas, y los cascos que llevan, muchos también. Yo no entiendo de motos. Puede que muchas sean chinas, como los coches, pero son potentes y con muy buena pinta. Los que las llevan, muchos en chanclas.
Una vez en el aeropuerto, la bulla de siempre, controles, colas, apreturas,...
Hasta nueve controles he contado para salir de Nepal. Tres de ellos con scanner del equipaje... A la entrada (solo entran al aeropuerto viajeros con billete, los familiares los despiden en la calle), tarjeta de embarque, entrada a la zona de embarque, inmigración, policía, embarque como tal, en la escalera del avión, bueno, bueno,... Te da cierta tranquilidad porque no entra cualquiera pero es muy lento y engorroso. Luego en Tailandia solo un control, pero antes nos han hecho rellenar unos datos en unos ordenadores muy modernos instalados al efecto que las he pasado canutas gracias a mí habilidad internauta.
No sé si se ve bien pero está es la foto que le he sacado al impreso digital que me han mandado al móvil para presentarlo con el pasaporte en la aduana.
Estos detalles del aeropuerto entre tanto barullo y tanta espera te sacan una sonrisa.
El avión era enorme, de esos que al verlo piensas: "Cómo puede volar esto". Yo estaba en la fila (de a nueve) número treinta y cuatro, y mirad lo que había detrás. Luego he comprobado que no era así, delante de mi había otro apartado para la business class pero no tenía treinta filas. De todas formas era un monstruo de acero.
La verdad es que después de muchos años, les he perdido el miedo. Cada ruido y cada vibración sé lo que es de tanto repetirse, y eso unido a la estadística, me ha liberado.
He tenido una anécdota en una tienda del aeropuerto. He comprado queso de jak y al hincarle el diente, casi me lo rompo. Me voy a protestar y devolver la bolsa y me dice riendo el empleado que es así, que no es para morderlo sino para tenerlo en la boca, como un caramelo. Lo he comprobado y así es. Te va dejando un saborcillo a cocina casera y aromas y olores campestres. Es muy curioso.
Venía un tanto preocupado por la fama del país de droga y sexo fácil, con lo que eso conlleva, y por la salida del aeropuerto a coger taxi. En las grandes ciudades se congrega mucho buscavidas que o te estafa, o lo que es peor, te atraca. El aeropuerto para una ciudad que con su entorno ronda los 15000000 de habitantes es grandioso y muy moderno. He tenido que andar media docena de correas como está para ir a buscar las maletas
Se me olvidaba deciros que el avión no se ha canteado y que nos han servido una sabrosa comida con tres menús a elegir, vino, cerveza o refresco que cuando hemos querido terminarla estábamos ya a medio viaje.
Hemos debido de volar a gran altura porque entraba mucha claridad por la ventana. La cerveza es Chang Classic, muy consumida en la feria de Albacete. Jejejeje.
Durante el vuelo llevábamos cada pasajero una pantalla y un mando con muchas opciones. Yo no he sabido llegar a lo que quería que era saber por dónde íbamos. Me consuela haber comprobado que mis compañeros bastante más jóvenes tampoco se han apañado, pero había gente viendo películas y otros entretenimientos.
En una de las pantallas con la bola del mundo he sido consciente de lo lejos que estoy. Se veía España pero no Tailandia. La diferencia horaria ha pasado a ser de cinco horas más yo que vosotros.
La preocupación por la salida del aeropuerto y los taxis se ha disipado nada más llegar. Lo han resuelto a lo bestia. Los taxis estaban parados en batería en unas dársenas numeradas. Para pedir uno he pasado por un empleado que me ha asignado el taxi de la 34 y me ha dado un ticket "con la foto del taxista".
Hay que ver cuántos miedos nos producen cosas que a la postre no ocurren. Otra de las curiosidades es la escritura tailandesa con un abecedario peculiar. Cuando salí de viaje pensaba que solo existían los abecedarios, el nuestro, el árabe, el chino, el japonés, el ruso y poco más, y resulta que últimamente cada país que visito tiene el suyo propio. Para volverse loco. Ahí queda eso.
El país nada más entrar, o al menos Bangkok da la imagen de una ciudad súper moderna, con muchos rascacielos, avenidas de cinco carriles por dirección, letreros luminosos descomunales,... Desde el taxi no he podido sacar buenas fotos. Mañana intentaré haceros un buen reportaje. Es además un país barato. El taxista me ha cobrado desde el aeropuerto por una carrera con muchos atascos de una hora de reloj 13€, y lo mismo me ha costado un plato de cena con una docena de langostinos cocinados con verduras y salsas y dos cervezas.
Bueno me voy a la cama que es tarde. Mañana tengo que investigar como me las apaño para recorrer este monstruo de ciudad. Buenas noches.
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