sábado, 9 de agosto de 2025

Una larga mañana en Samarcanda.

     A las 9 de la mañana que abren la oficina de turismo me he cogido un taxi y me he ido para allá. Me parece alucinante no pagar más de 2€ por un taxi aunque te lleve de punta a punta de la ciudad. 

    El empleado ha corroborado las explicaciones que me dieron en el hotel sobre los sitios más representativos y me los ha señalado en un mapa muy simplificado.

    Lo primero que nos encontramos es la Mezquita de Bibi-Khanym. Para fotografiar la entrada tengo que aplicar el zoom a la máquina por lo que no podéis apreciar bien las inmensas medidas de estas construcciones.


Enfrente, a más de 50 m está el Mausoleo del mismo nombre. Cobran sin embargo entrada aparte. Se puede bajar a la cripta doblando la chepa por esos recovecos. Lo de detrás mío es la mezquita.

A continuación y antes de la siguiente referencia en el mapa hay un enorme bazar cuyo nombre es Si Yob donde lo que más vemos son frutos secos (producto estrella del país) si bien también hay fruta, ropa y otras muchas cosas además de un restaurante con su horno y barbacoa a la vista y mesas/cama de las que usan por aquí y en las que yo no sé cómo me metería. La gente se sienta bien con las piernas cruzadas delante, o bien sobre sus propios tobillos. Ninguna de esas posturas admiten mis gambas. Ea!.

Más adelante cruzamos ese puente sobre la autovía y llegamos a la Mezquita Khzrat-Khizr que incluye el Mausoleo de Karimov. Es un bonito conjunto con un buen enclave, vistas a la autopista y a la anterior mezquita, una sala de rezos muy sencilla y un ascensor bastante espectacular.

En el conjunto destaca más el Mausoleo con un patio de columnas alrededor donde se sienta la gente a descansar y a rezar. Durante mi estancia un imam se ha metido en esa sala de arriba a la derecha y ha hecho una breve oración que seguían los fieles en el patio gesticulando con las manos bien con las palmas hacia arriba, o bien pasándoselas por las orejas y la cara.

Lo del plano simplificado lo he dicho antes porque según el papel, para ir del recinto anterior al Museo Afrasiab, parecía que habrían dos o trescientos metros pero la realidad es que se han convertido en más de un kilómetro bajo un aplastante sol de agosto. El citado Museo en realidad pertenece a un sitio arqueólogico que no vemos por el muro que hay a ambos lados de la carretera que nos lleva. Si he podido ver que hay además un grandísimo cementerio musulmán y otro pequeño cementerio judío custodiado por dos agentes y con la puerta cerrada. Desde la verja he sacado esa foto del interior. Lo mejor del Museo ha sido encontrarme con la familia de Miguel Ángel, un madrileño viajando por Uzbekistán en sentido contrario al mío, por lo que además de disfrutar de la simpatía de sus cuatro miembros, nos hemos intercambiado información. El contenido del Museo, vasijas y otros elementos arqueológicos y una interesante historia que nos han pasado en un vídeo en castellano sobre los murales de una vivienda regia de los que también os paso imágenes aunque no de buena calidad. Los frescos estaban deteriorados y narran la historia de un soberano.

Luego he ido al Mausoleo que llaman del Profeta Daniel, por el camino me he hecho encontrado esta simpática rotonda con una caravana de camellos que ya vimos en Jiva y otros sitios. La zona está bajando hacia el arroyo Si Yob y tiene las típicas instalaciones. La tumba desconozco porque es tan alargada, no sé si estarán ahí más difuntos con el profeta. En el camino hay esos templetes que dan buena sombra y tras el panteón hay un pistacho de más de 600 años según reza un cartel.

Por 1,50€ un taxi me ha devuelto a la ciudad para ver una especie de parque temático de la arquitectura árabe llamado Shah-I Zinda Emsemble. En un pasillo con construcciones a tamaño natural enfrentadas, pero de dimensiones inferiores a los monumentos antes citados, tenemos una muestra de tipos de entradas, recintos, tumbas, mosaicos exteriores e interiores, etc... Las escaleras se las traen. 

En las siguientes composiciones tenéis todo tipo de detalles.



Luego he vuelto a coincidir con Miguel Ángel y su familia en el restaurante que él me aconsejó, y hemos departido ya como amigos sobre las incidencias de nuestros respectivos viajes pasados, presentes y futuros. A las 5, cansado ya y con ganas de siesta me he ido por esos andurriales hacia el Regestan para orientarme pero ya no tenía ganas de más visitas, así es que le hecho una foto al Hotel Asia por tener la bandera de España en la puerta, otra diurna al Regestan que veré mañana por dentro y una tercera a mis amigos los músicos que ya retraté ayer y cuyo homenaje tanto echo en falta en España. 

Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho. Buenas tardes amigos. Buenas noches en Uzbekistán. Me voy a cenar. 

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