Es imposible. Tiene tantos recursos, tanta variedad, tanto que mostrar y tanto ambiente en algunas zonas que quien viene a conocerla se vuelve satisfecho.
La mañana comenzó viajando como hora y media (la primera media hora o más se pierde por el tráfico para salir de Katmandú). Comprobamos que el paisaje de los alrededores de la ciudad es muy parecido al norte de España salvo por las terrazas de arrozales y porque en algunos montes, protegidos y custodiados por el ejército hay reservas de tigres de bengala, leopardos y otros animales de gran tamaño.
Primera parada en un hotel y restaurante con unas maravillosas vistas a 2.200 m de altitud donde hemos tomado un refresco esperando en vano que se fueran las nubes. Si así hubiera sido habríamos podido ver al fondo todos los Himalayas. Una pena.
Luego hemos dado un paseo por un pueblo de montaña y hemos visto estas casas típicas (las que quedaron en pie tras el terremoto de 2015). Son agricultores y ganaderos y además de cultivos extensivos tienen sus huertos para consumo propio.
Tras el movimiento sísmico que me ha contado con detalle como lo vivió el guía, han construido este nuevo tipo de casas mejor preparadas. Las vistas sobre los valles son espectaculares.
Esta estupa la usan como cementerio en la villa. También me he fijado en los carteles en sánscrito. Comentaros que este idioma tiene 3.500 años y se inventó por estas latitudes (India/Nepal).
Nos hemos encontrado con estas señoras que iban a cosechar a sus posesiones. En la zona hay dinero. Las apariencias engañan.
En el lugar hay también una ONG de una tal Kumaris con estas instalaciones en las que imparte educación a los jóvenes y niños y presta ayuda a los pobres de la región.
Luego hemos parado un rato en este Parque de la Paz de Buda, un remanso de tranquilidad en un sitio privilegiado y diseñado en cascada que transmite efectivamente sensaciones de paz y tranquilidad imperecederas.
A la vuelta les he pedido que me dejaran en la Plaza Durbar, escenario de todos los reportajes de los hippies cuando yo era joven. Ha sido un acierto porque tanto la zona como los alrededores además de tener decenas de templos, tiene un ambiente frenético por el que me he dejado llevar.
Vamos a empezar por los templos. Los hay para dar y tomar. Esta es solo una selección de ellos.
Unos se meten en ellos a rezar, otros a descansar o ponerse a la sombra, otros se sientan en los grandes peldaños que suelen tener y entre unos y otros dan una imagen de familiaridad y comunidad de culturas y religiones (hay bastante turista) muy reconfortante.
Ya os digo que los hay en todas las esquinas y en el centro de muchas pequeñas plazas. El guía me decía que en tiempos pasados había más templos que viviendas..
También los edificios civiles tienen mucho atractivo. En ese rojo como veis están pintando el tejado sin protección alguna.
Además de contemplar los edificios, un buen pasatiempo sería desenmarañar los cables que producen una auténtica tela de araña en calles y postes de las esquinas. Ahí tenéis un ejemplo claro.
Vamos con algunos detalles de casas y templos. No para uno de encontrar todo tipo de personajes alegóricos, imágenes de los distintos dioses, campanarios, soportes para velas, y un largo etcétera.
Hay tanta variedad que he montado cuatro composiciones para mostraros una parte de ellos.
No me digáis que no son originales la mayoría.
Si tienes ganas de entretenerte, y yo hoy iba con tiempo, no te faltan sitios donde mirar.
También me he sentado en varios puntos de la zona y he captado todo tipo de transeúntes en todo tipo de situaciones.
Turistas de ambos hemisferios, indigentes, santones, amas de casa, comerciantes,...
Cada uno a lo suyo. El chaval de las gafas en la puerta de una tienda de ropa trataba gritando de conseguir clientela, y los currantes del ayuntamiento entre el bullicio y sin cortar el tráfico, intentando rehabilitar la zona. Mirad el típico gorro de nepali que lleva el hombre.
Lo siguiente son distintos tipos de altares, como veis de lo más heterogéneos.
El ambiente en las calles de peatones y motos era imponente.
Y por último os incluyo algunos tipos de comercios y escaparates que por supuesto no reflejan la realidad de lo que he visto. Desde una señora con un trapo y varias panochas en el suelo, pasando por comercios en los bajos de los templos, algunos de no más de tres metros cuadrados de superficie, hasta joyerías y en fin, todo lo que os podáis imaginar.
Mañana cambio de ambiente. Viaje al Tíbet. Qué ilusión y que intranquilidad por otra parte. Espero que pasemos sin problemas los controles chinos que son muy estrictos al parecer.
Me han dado el programa hoy y pone que nos llevan al campo base del Everest el cuarto o quinto día, a 5.900 m de altura. No sé cómo lo harán. Desde luego yo marchar por la montaña poco.
Espero poder contároslo, por la cobertura en china que no se cómo andará, si habrá censura como pasó en Kazajistán, si estaré con ánimo con esas condiciones tan extremas. En fin. Pronto lo sabremos.
Un abrazo. Me voy a dormir que vienen a por mi a las 5,30 de la mañana. En el Tíbet habrá ya 6 horas de diferencia con España.
Chao.
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