sábado, 27 de septiembre de 2025

No sé como será Bora Bora, pero Bali es un paraíso.

     El título de hoy hace referencia a una anécdota viajera con mi amigo Ignacio hace muchos años que carece de importancia. 

    Hoy teníamos Wayan (el conductor) y yo la agenda llena y también el compromiso de que físicamente fuera menos exigente que la jornada de ayer.

    Hemos empezado visitando él pueblo donde vive el que tiene un templo muy bonito rodeado de un pequeño lago. Es un lugar espectacular aparte de que el pueblo en si tiene unos barrios con unas casas muy señoriales.


El tener tanta agua alrededor y estar todo tan verde le da un valor inmenso al paisaje. El adorno de abajo hecho con hojas de palma es parte de los trabajos que hacen las mujeres en comunidad y que ayer veíamos en otro templo.

Había varias exposiciones y un teatro pequeño en el que proyectaban un vídeo sobre la villa. Bali tiene nueve, cada una con su rey particular sin poder político ninguno. Esta es una exposición de fotografías sobre las procesiones y fiestas que son muy comunes y preciosistas 

La exuberancia de las plantas y las construcciones tan típicas, muchas de ellas con techumbre de cañizo le dan un aspecto muy original.

En otro de los apartados de este complejo hay una especie de pagodas muy altas y estilizadas.

Aquí veis alguna careta de las que usan en las danzas y procesiones balinesas, alguna planta más que me han atraído y parte de la exposición de pintura.

Esto son dibujos y acuarelas sobre los mismos edificios que componen este conjunto. Fijaros en la estructura del techo de estas casas que se ve en la sala y que tiene una técnica muy depurada. He visto casas en construcción con el mismo esqueleto 

Luego hemos ido a otro templo, el tema dominador del día, este en un gran lago de montaña a gran altura (se estaba muy fresquito) que surte de agua mediante una increíble red de canalizaciones a toda la isla, incluidas las terrazas y campos de arroz. Nos reciben todas estas esculturas de bailarinas balinesas que tenemos la intención de ver por la noche.

Las construcciones son del mismo estilo que en otras partes de la isla, pero el lago daba mucho juego para montar actividades.

Mirad las caras, cuerpos y gestos de los dos viejetes en la puerta de uno de los recintos. Se parecen a los de la canción esa que van para Albacete. Jejejeje. No nos han dejado pasar a la ceremonia religiosa. Me he asomado con la cámara por encima de la tapia. Mirad también el reflejo en el lago y esos paseos tan limpios y floridos.

Algunas imágenes son de gran belleza. Todo el día ha sido así. Bali es un lugar que no deja relajarse al turista, salvo que te quedes en el hotel o te vayas a una playa que será lo que yo haga él último día. Observad también los tallos de bambú que grosor tienen. Los usan en muchísimas construcciones.

Una de las atracciones, que cuesta cincuenta céntimos, te dan un cacillo con pienso y pasas a una piscina con una estructura de cemento para que andes sobre el agua y les eches comida a unas carpas de colores de 4 o 5 kilos de peso. No veas como se atiran. 

En el último tramo de la visita estaban estos chicos con unos instrumentos de percusión de bambú haciendo una música preciosa.

De allí nos hemos ido a unos campos de arroz, también en terrazas, pero mucho más grandes y menos en cuesta que los de ayer. Me han encantado. Mucho menos explotados turísticamente pero para mí mucho más bonitos.

Que técnicas de plantación más depuradas y que canalizaciones centenarias.

Ahí tenéis el nombre del lugar. Ya no me preocupo mucho por saberlo porque los nombres son tan raros que se me olvidan a los 5 minutos, así es que me ahorro el trabajo de aprendermelos. Se lo pregunto a Chris para hacer la ruta y negociarla con el conductor, y una vez acordada, me dejo llevar.

Hemos hecho una ruta de dos o tres kilómetros y nos hemos ido a comer. Ahí veis mi menú mirando a los arrozales. Luego a medio comer se ha montado una tormenta fortísima. Aquí cuando dice de llover, no se cortan un pelo. 

Para después de comer otro templo más. Este a orillas del Pacífico. Como anochece tan pronto, hemos llegado en la hora justa del atardecer. Mirad que alucinante ocaso.

El templo principal y algunos otros menores están metidos en el mar sobre grandes rocas. Es un lugar increíble.

Aquí ya me quedo sin palabras. Solo mirad la puesta.

Esos mozos vendían agua sagrada (a quien la comprara). Yo me he dedicado a observar el rompeolas. Se queda uno ensimismado.

En ese mismo templo había un escenario circular y al entrar nos han informado de que habría un espectáculo de danza balinesa. Nos hemos quedado. Ha sido realmente espectacular. La música polifónica y sin instrumentos, y la representación con mucha gracia y bastante fuego. Al final nos podíamos fotografiar con los artistas.

Y luego, de oca a oca, nos hemos vuelto al primer templo de esta mañana donde sabíamos que había una representación a última hora. Nada que ver con lo anterior. Mucha percusión de tambores y metales y un par de historias, una contadas por una especie de gran payaso, y otra de un león o cosa parecida con un mono. Me han encantado tanto la gestualidad de cuerpo y sobretodo la cara del león. Parecía enteramente estar vivo, y la gracia y la forma de imitar del mono a los auténticos primates, ha sido impecable.


Me despido con este grupo de niñas, muy pulcras ellas, que hoy no me había fijado mucho en el personal, y un par de plantas que sabéis que me encantan.

Mañana toca ir al Monte, a ver si esta vez veo los volcanes aunque sea de lejos. Me voy a dormir que es tarde y tengo que madrugar. Buenas tardes/noches. 

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