jueves, 28 de agosto de 2025

De Lhasa a Shigatse, paseo entre 3.500 y 5.000 metros por el techo del mundo.

     Ha sido un viaje de 350 km y diez horas con varias paradas en los sitios más espectaculares de la ruta y nos ha servido también para ir aclimatándonos para la jornada de mañana hasta el Campo Base del Everest.

    Somos cinco en el grupo y el guía nos ha comentado que está contento de vernos tan bien a todos. Dice que de los que llegamos el mismo día que yo cayeron dos enfermos; y que es frecuente que gente que viene para cinco o siete días se vuelva en uno o dos por el mal de altura.

    Yo en un par de sitios tenía que ir más despacio de lo normal porque me notaba muy raro, pero me recuperaba en seguida. 

    La jornada me ha encantado y junto con la de mañana las considero el complemento perfecto a las visitas de Lhasa porque son tan atractivas como distintas. 

    Recomiendo este programa, aunque obviamente el mal de altura es imprevisible. Yo no lo habría metido nunca, pero al encontrármelo asi, he tirado para adelante. 

    Comenzábamos viendo el río Yalung Shampo (lo escribo tal y como lo ha pronunciado Kunga nuestro guía). Está a poco de salir de Lhasa y como está relativamente lejos de las altas montañas, trae muchísima agua y una corriente tremenda.

    Es una zona agrícola y como veis tenían muchas balas de paja apiladas de esa manera. 


A partir de ahí empieza la carretera a subir de manera muy pronunciada como veis en las fotos. En seguida nos ponemos por encima de los 4000 m y ya no bajamos de ahí hasta el final que nos hemos quedado sobre 3.800.

En la siguiente parada hemos batido mi record personal de altitud que estaba en 4.200 m en el Toubkal de Marruecos. El lugar era un mirador para ver los valles y la carretera, bastante transitada, donde nos esperaban varios caza turistas para hacernos las fotos con los jaks, unos corderitos muy pequeños y unos perros que parecían leones.

La ruta a continuación ha sido todo el día un tobogán entre 4 y 5 mil metros. El lago que veis a continuación está a 4.998 m. Arriba en el mirador llovía y yo he sentido los primeros efectos leves. No podía andar a ritmo normal. Me sentía muy raro, pero pausando la marcha me recuperaba en seguida y todo volvía a la normalidad. Así es la aclimatación. Había una buena movida con música y gente vestida de fiesta. 

Las siguientes fotos son abajo en el lago. Ha salido el sol (toda la jornada el tiempo ha estado muy cambiante) y hemos echado un rato estupendo. El vehículo es el que nos transporta a una pareja americana, un chico francés, una mejicana y a mí junto con el chofer y el guía. El color del agua de un turquesa muy bonito. Aquí los nativos viven de la agricultura y parte del año como nómadas con los jaks de pastoreo. En diciembre todo está nevado y el lago se congela. Habría que ver a los oriundos con los jaks caminando sobre el agua congelada.

Luego a un par de grupos nos han llevado a comer a una casa particular indígena donde nos tenían preparado un self service muy peculiar. 
Previamente nada más entrar hemos visto apiladas en varios muros las boñigas de jak. Como no hay árboles, las secan y las utilizan para calentarse. No huelen prácticamente y las que están secas son como piedras.
Yo he comido queso y carne de jak, maíz, un hervido de patatas y carne, unas verduras de esas que solo se comen en China y un arroz con tomate. Más tarde nos han puesto un vino de maíz con un sabor muy raro pero que he repetido. Nos ha encantado a todos. Ahí tenéis una instantánea de la comida familiar y del precioso bebé que presidía la cocina. 

Nos cuenta el guía que es un lago santo y que no se puede ni pescar, ni navegar, ni bañarse la gente. Tiene un perímetro de 52 km y está rodeado de pastos y ganado; además de jaks, caballos, vacas, cabras,... y algún pueblo minúsculo. 

Después de comer hemos ido al glaciar Carola. Vuelve la lluvia. Hay una subida grande para acercarse que no hemos tomado. En el mojón pone siete mil ciento y pico metros pero se refiere a la parte alta de la montaña. Nosotros estábamos por encima de los 5000 de nuevo.

En los aledaños del glaciar ya no hay agricultores, solo nómadas con los animales ahora en verano, y luego en invierno bajan a zonas con pastos más livianas. De la montaña caían regueros de agua por todas partes que en pocos kilómetros formaban alegres torrenteras y más adelante ríos muy caudalosos. Por desgracia el vehículo que nos llevaba tiene los cristales ahumados, con lo que nos hemos perdido en los trayectos buena parte de la belleza que implican los colores naturales. Ahí os pongo un par de fotos con las ventanillas bajadas en las que es palpable la diferencia. 

El lago que ahora os enseño es el que más nos ha gustado. Aparte del colorido de las banderas -que lanzan al viento las oraciones que tienen escritas-, porque confluyen tres valles y hay dos montículos que se meten casi en el centro. Las vistas son increíbles. El de amarillo es Kunga, todo el día pendiente de mi y prestándome su hombro en las escaleras.

Ya acercándonos a Shigatse hemos pasado cerca de Yang Se (lo escribo como lo pronuncia) para ver este precioso castillo del S.XV.

La última hora y media ha sido un disfrute de colores entre trigales, montañas y cielos que han hecho en conjunto que el viaje se me haya hecho corto.

Después de lo visto y vivido en estos casi cuatro meses, no pensaba que el viaje pudiera ir in crescendo, pero así está ocurriendo. Hoy una jornada magnífica y mañana una de las estrellas sin ninguna duda de esta aventura.
Esta es la ciudad de Shigatse, 300.000 habitantes y con todos los servicios. Es muy elocuente la escultura que nos recibe a la entrada. Estoy además (no lo esperaba) en unos de los mejores hoteles por los que he pasado.

Espero ya con ansiedad la ruta y llegada a destino de mañana. Creo que antes veremos un par de monasterios. Nos llevará llegar otras diez horas más o menos. No sé cómo andará en el campo base el tema de la wifi. Espero que bien, y sino, en cuanto pueda os mando cosas. Un abrazo y buenas noches. 

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