Hoy he vuelto al tren y quiero hacer un pequeño homenaje a los ferroviarios. Mi padre lo era y en la familia hemos vivido mucho el tren.
He vuelto a ver estaciones pequeñas y rememorar tiempos pasados. Los fumadores bajan del tren en las paradas un poco más largas. El niño que solo quiere ir en las rodillas de su padre. En todas las estaciones tres mástiles blancos con la bandera local escoltada por la de Bulgaria y la de la Unión Europea.
Los viajeros tan diversos (un judío, dos veinteañeras japonesas con sus mochilas, una pareja joven con dos niños, una señora gorda y sudorosa, un hombre mayor con gruesas manos muy trabajadas) el reloj de estación de toda la vida, aún las cabinas telefónicas, los departamentos antiguos del tren con sus cómodas cabeceras que para sí quisiera el más moderno autobús, las ventanillas del pasillo abiertas entrando el aire y el sol de la mañana, la máquina del tren que se ve avanzar en las curvas, el ruido clásico del traqueteo, los coches parados en los pasos a nivel, la gente cruzando las vías con las maletas, el jefe de estación con su gorra roja dando la salida al convoy, la vía a la vista, no solo en el último vagón, sino en el fondo de la letrina, jejeje,... que recuerdos, esa ha sido mi mañana.

Plovdiv en seguida te hace ver que es una ciudad más moderna que las vistas estos días. Edificios decimonónicos bastante cuidados, unas ruinas romanas integradas de una forma especial en la ciudad, y la presencia evidente de un gran cruce de culturas. Se tienen noticias de ella desde el sexto "milenio" antes de Cristo. 8.000 años. Los nativos sostienen que su cultura es anterior a la griega y la romana.
En la hora crítica de la siesta me acerco a este agradable parque con gigantescos plátanos, estanque, sauces, gente jugando al ajedrez y las cartas y cómodas fuentes.
A las seis desde el Ayuntamiento (el edificio de arriba a la izquierda) había un tour con guía de dos horas gratuito al que me he sumado. No me ha gustado mucho, pocas visitas y mucho parlamento, pero bueno, ahí os dejo las fotos que he hecho, las más destacadas las del barrio alto con una construcción que ya vimos en Veliko Tarnovo.
La visita ha terminado en el Teatro Romano justo antes de empezar una actuación de rock de uno de los grupos australianos del momento, los King Gizzard & The Lizard Wizard. No es la música que más me atrae a mí edad, pero me he metido un buen rato y reconozco que son buenos y con un directo acorde al escenario y el ambientazo que había.
Éstos son el grupo en pleno concierto, la salida del Teatro y una de las torres vistas al subir, ahora iluminada.
Pensaba estar solo un día pero creo que merece la pena echar un segundo. Mañana os sigo contando. Buenas noches.
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