viernes, 3 de octubre de 2025

En Australia sigo cambiando el chip.

     No es fácil. Las grandes distancias suponen ver menos cosas cada día y dedicar más tiempo a trasladarnos. Hoy hemos ido a una playa que es a su vez parque nacional. Esperábamos ver koalas y unos grandes lagartos que hay pero como están de vacaciones escolares, estaba lleno de gente y no hemos visto animales salvajes. 

    El sitio es espectacular pero a mí lo que más me ha gustado ha sido ver acudir a los distintos pájaros a la terraza de Óscar y Kati, y el final de día escuchando la guitarra y la voz de su hijo.

    Empecemos por los pájaros.

    No he dado a basto. Algunos han venido y se han ido en seguida pero otros han desayunado con nosotros. Es increíble verlos ahí, salvajes pero como parte de la familia. 

    Para ellos además cada estación climatológica cambian porque algunos migrantes vienen, pasan su estación y se van y vienen otros. Es como estar en el paraíso terrenal.

    Se me olvidaba decir (pensaba ponerlo como titular de esta entrada) que esta noche he tenido compañía en mi cama. 

    Verdad que es bonita?. Se llama Marley y anoche al acostarme vino y me tocó en las piernas para que le hiciera sitio. Se lo hice y saltó a la cama y ha pasado toda la noche conmigo. Un encanto.


Aquí hay muchas piedras preciosas. En especial se valora el ópalo. Hemos ido a una tienda porque Jorge quería comprar. Creo que ha comprado un pendiente y una perla. Mirad parte de lo que ofrecen en la tienda además de joyas. 

Luego para ver los sombreros de Cocodrilo Dundee hemos ido a una tienda de pieles. Al final no nos han convencido y no hemos comprado.

Después hemos ido a un parque nacional muy bonito. Un monte muy frondoso a la orilla del océano. Una pasada. Normalmente se ven unos grandes lagartos de más de un metro y koalas salvajes, pero hay vacaciones escolares y estaba lleno de gente con lo que no hemos visto ninguno. La zona es de unas mansiones de super lujo muy separadas unas de otras. 

Hay unas pasarelas de madera e hierro kilométricas y de vez en cuando una cala o playa accesible. Kilómetros y kilómetros de una gran bahía.

Sí hemos visto esta especie de pavos por todas partes. En la playa iban a las sombrillas vacías y urgaban en las bolsas buscando comida. Los del collar amarillo son los machos. A Óscar no le gustan nada porque destrozan las plantas y terrenos escarbando. Dice que no se comen porque tienen la carne muy dura. Bromea que para cocerlos hay que echarlos en una hoya con una piedra gorda, y que cuando esté echa la piedra, al pavo le faltará un cuarto de hora. Jejejeje.

Había bastante más gente fuera que dentro del agua y mucha animación de barcos y motos mar adentro. En la parte de arriba de los eucaliptus de las últimas dos fotos viven los koalas. Dice Óscar que se comen la corteza y se quedan colocados al parecer. Es como una droga para ellos.

Los cuatro mosqueteros entre chascarrillos hemos pasado una buena mañana, Pedro se ha bañado, Jorge se ha mojado los pies y los más perezosos, Óscar y yo los hemos acompañado desde la orilla. La cerveza de después estaba fría, fría.

Lo mejor para mí ha venido tras la cena cuando Luc, el hijo menor de Óscar y Kati nos ha tocado la guitarra y cantado. Alguna de las canciones, de Neil Young. Un placer exquisito. 
Mañana madrugón y viaje a Tasmania, una isla pequeña debajo de la Isla-continente con un entorno biológico exclusivo. Vamos a la capital Hobart, tierra además de balleneros. Deseando estoy verla. Mucho más fría y en un ambiente más urbano y menos abierto como Brisbane (segunda ciudad más extensa del mundo después de Los Ángeles). 

Buenas tardes. Australia es diferente. Ya soy consciente de que voy a ver una pizca de lo que es, pero la pienso recorrer hasta donde lleguen mis fuerzas con la ilusión a tope y los radares (los cinco sentidos) de un niño. 
Seguiré contandoos. 

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