Superado el revolcón anímico de Delhi en todos los sentidos, venir a Agra es seguir sufriendo y disfrutando a la vez de este caos total que ofrece la India.
La idea es visitar por la tarde un par de buenos monumentos para abrir boca y dejar para mañana a primera hora la séptima maravilla del mundo moderno, el Taj Mahal.
Hemos venido por una autovía de tres carriles mínimo. Hemos llegado a tener seis en algunos tramos en cada sentido. La velocidad máxima permitida era 100 km/h pero nosotros no hemos pasado de 80. Unas tres horas y media con la parada a desayunar porque hemos madrugado mucho para evitar el tráfico que por otra parte al ser domingo no es tan intenso.
Al salir del restaurante donde hemos desayunado me he encontrado a esta ranita campando a sus anchas en la puerta. Una vez en Agra y con el fin de visitar primero el Fuerte o Castillo de la ciudad, hemos ido tropezando con estas cosas. Una gran imagen de Shiva en un lugar muy transitado, varios caballeros en sus monturas pintados de color oro (no menos de cinco o seis), y lo de abajo es el metro que aquí discurre sobre esa estructura elevada en la que han decorado una a una todas las columnas con motivos muy variados y un colorido muy vivo.
El fuerte es una construcción muy potente en piedra, en su mayoría roja, con muchas dependencias que estaba muy concurrido. Ahí se ven algunas fotos de las colas en la entrada. El calor y la humedad eran muy notables y he terminado nuevamente como una sopa.
Una vez dentro, la gente buscaba las zonas con sombra para resollar y los sitios donde había un poco de corriente estaban abarrotados, así es que armado de paciencia y en el sentido de las agujas del reloj, me lo he recorrido enterico.
Desde la parte del fondo he visto de lejos el Taj Mahal en la orilla del río Yamuni. Todo el mundo estaba fotografiándolo. Me apetece mucho darle una vuelta mañana por la mañana a primera hora. Me han dicho que puedo llevar pantalón corto y que lo veremos antes de desayunar. Creo que vamos a entrar antes de las siete de la mañana, cosa que me sorprende un montón.
Algunas construcciones, columnatas y recovecos del castillo permiten hacer unas fotos muy vistosas. Tengo que decir que a toda la instalación en las partes que no son estrictamente de piedra le hace falta un buen repaso de múltiples oficios.
Estos son los tipos que he ido robando durante todo el día. El gorro y camiseta naranjas, un color que se ve mucho me ha incitado a interesarme por la simbología de la bandera que resumidamente habla de virtudes y convivencia de religiones. A saber:
El naranja (lo llaman azafrán) es valor, esfuerzo y respeto al prójimo por encima de tus propios intereses. Es el color del Budismo e Hinduismo.
El blanco es la pureza y representa a los Cristianos.
Y el verde es el respeto y convivencia con la naturaleza y es el color del Islam.
La rueda que hay sobre el color blanco es la propia vida y evolución del país.
Todavía he hecho alguna foto más que puede merecer la pena.
He tenido dudas sobre si seguir la visita, que ahora tocaba al llamado Baby Taj Majal con la ropa como salidos de una piscina, pero me ha dejado Ashok una toalla, me he secado, me he refrescado en el aire del coche y me he ido con la intención de entrar con la camisa abierta.
El pequeño Taj Majal es otro Mausoleo también de mármol blanco junto al río y al que merece la pena echar un vistazo.
En el río, aunque no los he podido sacar porque se han metido justo debajo de donde yo estaba, había gente joven bañándose. El sol empezaba a declinar y la gente estaba ya disfrutando del ocaso.
En el hotel, hasta que se ha hecho la hora de comer he terminado el dibujo de Trebisonda, aún en Turquía. El mejor recuerdo de aquella ciudad es la música y conversación con aquel Sirio huido de la guerra y ambulante con su laúd al que le sacaba mucho partido.
Este es mi homenaje. La cara que le he pintado al pobre es bastante mejorable, pero su recuerdo imborrable.
A las siete y media he quedado con Ashok para dar un paseo que he sudado de lo lindo y que no os puedo mostrar porque en Agra, al menos por mi zona no hay luz pública. Solo algunas lamparillas de negocios ambulantes y algún letrero de algún local ayudaban al tráfico a que se viera algo. Los dos en hilera por la carretera porque las aceras están impracticables, me he pegado una caminata entre un barullo de gente y pitidos de coches y motos que yo solo jamás me hubiera atrevido. Muy atractivo por lo demás por lo que supone de un mayor conocimiento de la vida de esta gente.
Mañana intentaré sacar buenas fotos de esa maravilla y a media mañana nos iremos a Jaipur. Buenas noches.
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