Ano Poli significa en griego barrio alto. Curioso. Es muy distinto al resto de la ciudad. Cuestas empinadas, calles empedradas, arquitectura netamente otomana, grandes murallas, castillo, vistas, y como no, Monasterios.
Pero vamos a empezar por el monumento a las víctimas del holocausto nací.
No sé si se aprecia bien en la foto. Es un amasijo de cuerpos humanos, muchos de ellos bocabajo. 50.000 judíos de Tesalónica murieron en Auschwitz.
Luego me he ido a ver la marina y el puerto. Tiene varios museos a esas horas cerrados aún. Uno de ellos del cine. El destructor estaba recibiendo marineros no sé si para zarpar.
De allí me he cogido el bus n°23 directo al castillo.
Es una pena que descansen los martes, así que me he conformado con disfrutar de las murallas y alguna vista espectaculares.
El primer monasterio es el de Dorotheos y Markos Vlatës -sus fundadores- del S. XIV. Una pasada por su cantidad de dependencias que incluyen un Campo Santo muy florido y una gran jaula de pavos reales, así como las mejores vistas de la bahía.
Lo siguiente es la iglesia de David el Justo. Más pequeña y sencilla imposible pero muy agradable. Los accesos muy empinados. Me toca tirar de bastón.
Luego la iglesia del Profeta Elías. Esta tiene más que ver por fuera que por dentro.
Luego me he metido en la iglesia de los Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel. Las dependencias al entrar estaban muy oscuras pero eso le daba un punto cuando se acostumbraba la vista. He rondado también por las estancias de los curas. En una foto se ve al fondo la cocina. Y yo completamente solo. Una gozada.
Quiero hacer un inciso sobre estos elementos que hay en todas las iglesias colocados en una esquina de la propiedad y que son capillas poco más grandes que una cabina de teléfonos. Supongo que para que quien va deprisa encienda la vela y deje una monedica.
Esta otra está dedicada a la Virgen de Lagoudiani -lugar geográfico- y como esta mogollón por toda la ciudad.
Por fin, con mis rodillas pidiendo árnica, he parado a comer junto a la Casa Museo de Mustafá Kemal Ataturk que supone ya el final de las rampas.
Mirad el contraste entre las viviendas de la colina y las avenidas de la parte baja de la ciudad que son amplísimas y distribuidas como un tablero de damas.
Pero no quiero ocultaros una característica de la ciudad no tan agradable, y es que está invadida por los grafiteros que pintan hasta los portales normales de casas y comercios, mobiliario urbano y por todas partes. Son una invasión, y ya no os digo nada en los locales que cierran.
Mi última foto es para el homenaje que han hecho a la mujer luchadora. Va por vosotras!!.
En cuanto a los griegos, le he dicho a mi gente que si en la próxima vida no soy manchego, quiero ser griego. Me han caído fenomenal. Son iguales a nosotros en todo, físicamente, en su forma de relacionarse, su vitalidad y al mismo tiempo calma. Al menos los del norte que son los que he conocido. Espero volver.
Buenas noches. Mañana viaje a la capital de Bulgaria, Sofía.
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