Tal cual. Pero empiezo buscando una iglesia que vi desde el tren por casualidad a las afueras. No está en las guías pero me ha encantado. Está dedicada a San Nicolás. La fuente también es de un barrio de la periferia.
El aguamanil podría ser perfectamente el trofeo de la Champions.
A continuación busco un itinerario que me lleve a ver cosas interesantes y no me obligue a subir y bajar mucho. La ciudad tiene 7 colinas rocosas.
Esta es la iglesia de San Pedro y San Pablo junto a la que están haciendo un moderno edificio.
Después pasamos por la Casa de la Cultura (la de arriba) y la Escuela de Artes en cuya puerta hay un trozo del muro de Berlín.
No me libro de las escaleras y rampas porque quiero ver la torre del reloj, construida en el S.XVI y reformada en el XVIII. El reloj carece de esfera. Es simplemente una maquinaria que da las campanadas y cuyo sonido se expande a una gran superficie por las ventanas que tiene la torre en la parte alta. En su día supuso un gran avance tecnológico para la ciudad que le permitió empezar a controlar el tiempo.
Por la tarde más escaleras, lo que me queda por ver está cerca y en otra colina. La iglesia está consagrada a la Asunción de la Virgen.
Hay un tour en la ciudad para enseñar a los turistas los grafitis. Yo no lo he cogido pero me he cruzado con algunos de ellos.
Las casas llamadas del Renacimiento Búlgaro con salientes en las fachadas, sostenidos por ménsulas de madera en colores cálidos, pintadas a mano de piedra, madera y adobe son de los S. XVIII y XIX.
En la parte llana de la ciudad son más bien renacentistas clásicas. No faltan esculturas, algunas grandiosas.
El final de la tarde, muy cansado, pero en el mirador donde se produjo el primer asentamiento de la ciudad en el 6.000 antes de Cristo, era Neolítica. La colina se llama Nebet Tepe, y como veis se presta a contemplar el atardecer por las parejas de enamorados.
Mañana iré a Edirne, capital de Turquía antes de Constantinopla. Buenas noches.
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