sábado, 14 de junio de 2025

Estambul, a tope aunque contrariado.


     Hace años, dejándome llevar por la ciudad me topé con un barrio de judíos ultraortodoxos que me atrajo un montón por lo exótico. Salvo en Israel y quizá en alguna ciudad norteamericana, es difícil verlos.

 El primer objetivo de hoy era encontrarlos pero consultando con la IA, tras varios intentos, he llegado a la conclusión de que han terminado desapareciendo como grupo étnico con un emplazamiento determinado. Ahora os contaré.

    La mañana ha empezado disfrutando de la joya de mi barrio, la estación ferroviaria de Sirkeci. De ella partía el Orient Exprés que hizo famoso Agatha Christie a principios del siglo pasado y que unía París con Estambul. Mirad que maravilla. 

Que envidia me dan los grupos de ciclistas que veo cada mañana por la ciudad!.

Luego me he cogido un tranvía y me he ido al barrio Judío de Balat donde como digo esperaba ver a los ultraortodoxos con sus atuendos típicos pero ya no existen, aunque el distrito se conserva y es muy turístico como se ve en las fotos.


Poco antes de entrar en la judería, en el mismo Cuerno de Oro hay una iglesia pequeñita con una historia preciosa.
Es la de San Esteban, mandada construir de hierro (único caso en el mundo) en Austria por orden de la comunidad católica ortodoxa búlgara para plantarla en medio de tanta mezquita y poder realizar sus ritos. Desde allí la trajeron en barco por piezas y la acaban de rehabilitar. Yo la había visto llena de porquería y cerrada.

En el barrio de al lado -Fener- está ubicado el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla (el equivalente al Vaticano para nosotros) donde vive el máximo exponente de la iglesia ortodoxa. Estas son sus instalaciones. Solo la Piedad que hay en la basílica de San Pedro en Roma vale más que todo esto.

También en Fener tras numerosas escaleras y cuestas se llega a lo que llaman el Castillo Rojo, un instituto educativo ubicado en un impresionante edificio de ladrillo. A las jóvenes turistas de todas las nacionalidades les encanta fotografiarse ante las casas de colorines.

He comido en la zona y luego en el tranvía de vuelta he ido a Sultanahmed porque quería comprar un mapa de Turquía para terminar de planificar la ruta de los próximos 15 días. En el distrito de Fatih me he ido encontrando estos edificios universitarios, fuentes, hoteles, y hasta una estatua homenaje que yo he llamado a los sube cuestas y escaleras como yo. 

No veas como estaba el centro a eso de las 17,30, mercados, bazares, pasos subterráneos, callejas,... Me han llamado la atención esas olivas y un derviche en un escaparate de venta de artesanía, especializado en juegos de ajedrez. Los cristales y la iluminación no han permitido hacer una foto mínimamente buena de los tableros y soldaditos de toda época y ejército.

Lo tenía a huevo para dejar vistas la Mezquita Azul que no es la que más me gusta de lo que conozco...






..Y Ayasofia como la llaman aquí que siempre me impresiona y que en esta ocasión ha sido otro motivo de contrariedad para mí porque han cambiado sus normas arbitrariamente y ahora a los turistas solo nos dejan verla desde el piso de arriba. El de abajo solo puede ser usado para el rezo de los musulmanes. La primera vez que me pasa. Debiéramos tomar represalias con nuestras catedrales, jejeje.





Es colosal, sencillamente. 
Entre ambas mezquitas se encuentran estas fuentes y tras Santa Sofía el Palacio de Topcapi que siempre me ha dejado frío. Lo encuentro un tanto destartalado y en esta ocasión no lo visitaré por dentro.
Esta noche os despido con la vista de Beyoglu y la Torre Gálata que tengo desde el hotel. 
Buenas noches. 

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