Anecdotario y curiosidades
Lo primero que tengo que decir es que la gente me está tratando muy bien. Debe ser por la edad, claro. Me acuerdo de cuando estaba en la mili. Como era el más viejo, hasta los veteranos me respetaban. La gente entre 20 y 30 años, me ayuda a subir las maletas por las escaleras del metro, me cede el sitio en el autobús, se ofrecen a sacarme fotos cuando me ven buscando un selfi,...
Otra cosa curiosa es que en Lyon (debe ser por decreto o bando de la alcaldía), en cuanto te sientas en una terraza o restaurante, antes de pedir te sacan una botella o jarra de agua fresquita sin coste.
En Italia, por contra si te meas, ve preparando un eurito en casi todas partes, y por supuesto una vez sentado a la mesa ya te cargan 2,50 € de cubierto.
De todas formas y siendo todos buena gente, los franceses son amables-distantes y los italianos amables-colegas.
El otro día en el tren a Milán me tocó un compañero de asiento mayor que yo con pinta de gran señor. Ambos estuvimos muy educados hasta que el hombre sin recatarse lo más mínimo, se pegó un bostezo que debió de oír hasta el maquinista. Casi exploto de la risa.
Por cierto, en Chambèry que tenía que coger el tren hacia Milán, me ocurrió algo inesperado. Anuncian la vía de mi tren y me voy para allá. Llevaba el vagón número 16. Entra un tren y yo me pongo a buscar el vagón 16 y al no encontrarlo le pregunto a un factor con gorra de plato y me dice: ¿Para donde va usted?, y yo le digo que para Milán, y él me dice que el tren estacionado no iba a Milán sino a París, que el mío era el siguiente. Total, que si en ese tren hay un vagón número 16, me habría subido en la dirección contraria.
Otra cosa digna de comentar es como por el mismo importe prácticamente es posible reservar un apartamento u hotel muy mediocre que te cambia el gesto al entrar, o una casa como la de Brescia con solera, cuidada, adornada y exquisita que te hace sentirte en un palacio. Mismo precio y un abismo en calidades.
En Brescia por cierto, como llegué tarde, estaba ya el portero de noche atendiendo a quien llegaba. Era un ruso con una pinta de mafioso que tiraba de espaldas, aunque supongo de nuevo que por mis canas me trató exquisitamente. No me pidió ni un papel. Al verme me dijo sígame, y me dejó en una habitación super amplia y con techos de al menos 3,50 metros. Pero ya el colmo es que le pregunto donde cenar, y como no me entendía ni en español ni en italiano, saca el móvil para mostrarme adonde ir, y estaba todo lo que escribía y me mostraba en alfabeto ruso cirílico. Al final en el idioma de signos nos entendimos y pude cenar y descansar.
En Brescia me meto en un parking, la máquina me pide la tarjeta y yo la muestro y me abren la puerta, pero ay al volver a por el coche. Observo que todo el mundo va a las máquinas con su tique o su carnet de abonado y yo no tengo ni una cosa ni otra. Le pregunto al encargado y tras varias explicaciones dice que mi tarjeta es mi tique; que vaya a la salida y la presente y me abrirá. Llego a la máquina, le meto la tarjeta en una ranura y la escupe con tal fuerza que se mete debajo del coche. Echo para atrás y bloqueo la salida buscando mi tarjeta que se mezcla con tiques que había por el suelo, y yo cada vez más nervioso. Al final encuentro la tarjeta, me abren desde el control y respiro por fin en la calle.
Otra. Saco el billete Milán Brescia con el móvil y, chulo de mi, saco primera clase (12€) en lugar de segunda clase (8€). Cuando llega el tren, solo lleva una categoría de asientos y viene a tope, con lo cual si me descuido ni me asiento.
En Limone anoche salgo a cenar a las 21,30 y me encuentro todas las cocinas cerradas y la gente no me quiere vender ni un bocata. Pensé que no cenaba hasta que me encontré en un chiringuito a una cubana que hablaba español y me hizo un sándwich y me partió un tomate. Hoy a las 7 estaba cenando.
En Brescia hay un Museo, el de Santa Giulia, enorme, todo un monasterio con piezas románicas, medievales, ... extraordinarias. Empiezo a recorrerlo y es tan grande que en un momento, ya cansado, pienso en buscar la salida y no había forma. Yo ya nervioso empiezo a buscar puertas de salida y disparo las alarmas en dos de ellas. Nadie me dijo nada pero se me subió el pavo.
En fin, para una semanita de viaje que llevo no está mal. No todo son risas. Lo inesperado está muy cerca siempre.
Buenas noches!!.
Es que os llevo conmigo. Un abrazo hermanico.
ResponderEliminar