La última noche en Brescia alquilé un Fiat 500 y reservé tres noches en el Hotel el Castell en Limone.
A través de Paloma, una compañera de italiano de la Escuela de Idiomas de Albacete que salía con Ángelo, un militar italiano que trabajaba en la Base Aérea de los Llanos, tuve conocimiento de este paradisíaco lugar hablando de este viaje que ya por entonces rondaba mi cabeza.
Impaciente por conocerlo y paciente por lo demás (habi mucho tráfico), tras una hora de trayecto me encontré con esto.
Qué maravilla!. Y quedaban más de 40 minutos para llegar a Limone según el GPS.
Poco más tarde en la habitación del hotel abro la ventana y me encuentro esto
Sin duda un lugar para reposar del ajetreo de las ciudades. El primer reflejo del sol está mañana entraba en la habitación a eso de las 7 de la mañana (casi una hora antes que lo hace en Albacete).
Que gozada!. Me esperan dos días aquí. 
A primera hora se ha enturbiado el tiempo pero después de comer me he ido a ver la sencilla (por fuera) Iglesia se San Benedetto.
Y luego me he pasado por el Museo del limón.
El limoncello que hacen aquí es distinto del de Sicilia según cuentan. Más aromático y con menos azúcar.
Por cierto, el nombre del pueblo, dice la IA que no viene de limón sino de "limen", que significa frontera.
No obstante, en la zona se cultiva mucho limón en lugares parecidos a invernaderos que protegen al árbol del frío y del viento.
Vivir para ver.
Éstas son las fotos sacadas en el Museo del Limón.
Y ahora, antes de cenar (esto es dominio de los alemanes que cenan a las 6,30), he tirado una foto a la piscina del hotel, abierta pero con el agua helada para un manchego, me he montado está mesita en el balcón para hacer esta entrada, y he fotografiado el barco que espero me lleve mañana por la mañana a Malcesine, enfrente de Limone, donde hay un teleférico que en dos tramos te sube a una montaña.
Ya os contaré.
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