jueves, 15 de mayo de 2025

Anecdotario y curiosidades II

 Una de las cosas en las que me he fijado es que en Italia los espaguetis los sirven enrollados como si fuera el moño de una señora. Con eso consiguen que no se enfríen. 

    Os voy a contar cosas de la misa Serbo-Ortodoxa en la que estuve en Trieste. Para empezar, al entrar la gente besa la puerta de madera una vez abierta. Yo en mi vida me he presignado tanto imitándolos. Casi a cada frase. Dentro de la iglesia, al revés que los árabes que tienen que estar hombro con hombro, estos se ponen equidistantes ocupando toda la superficie y de pie todo el rato. Y de vez en cuando, agachándose a tocar el suelo. La gran mayoría de mujeres (no todas) lleva velo. Hay un barba blanca que oficia, un ayudante también ataviado, dos monaguillos de unos 15 años y otros dos (niños y niñas) de unos 8 con un velón cada uno. Aquello parece un escondite, todo el rato entrando y saliendo a una parte reservada que tienen tras el altar. Dura como hora y media la misa y al final hay una especie de comunión pero repartida con una cuchara nada menos. Estuvimos unas 100 personas.

    Lo de la bicicleta no fue una buena idea. Además de que las rodillas sufrieron, el sillín, por mi peso, se iba bajando y no había forma de fijarlo. Ello me provocó una caída transitando por un aparcamiento al aire libre con la fatalidad de que con la rueda y el manillar le hice una pequeña abolladura negra a un coche. El conductor, buena gente, quería una reparación pero no sabía más que hablar en Croata y no había forma de entendernos. Al final un chaval de la edad dei nieta, esos si que hablan idiomas, medió. Lo arreglé con cincuenta euros.

    No acaba ahí la cosa. Buscando la forma de arreglar el sillín porque así no podía andar, oí a gente laborando en un barco pesquero y para allá que me fui. Les pedí un buen martillo, y ahí tienes a los tres marineros buscándome un martillo por todo el barco. Al final apareció, y no solo me lo dejaron sino que uno de los marineros me arregló el sillín.

    Si en Italia cobran en casi todas partes por mear medio o un euro, en Rovinj me cobraron uno cincuenta. Como se está poniendo la cosa.

    En el mercado de Rovinj compré cosas para comer y me senté en un banco. Un indigente me pidió permiso para sentarse y obviamente se lo di. Al final los dos compartimos. El puso la navaja que me había dejado en casa y yo la comida. Cada cosa que le daba decía no, no, pero ponía la mano.

    El propietario de la vivienda donde me alojé en Rovinj, cuando le dije si podía pedirme un taxi, me dijo que me llevaba en su coche a la estación de autobuses. Nos hicimos colegas. Que gente más maja. 

    He visto folletos para turistas con nueve idiomas a saber, Croata, italiano, ucraniano, alemán, francés, esloveno, húngaro, checo y ruso... Pero no en español. 

    Lo siguiente ya me pasó en Italia hace años. Reservo por Booking y al llegar el del hotel me dice que cancele la reserva de Booking que me ahorraré 20€. Le deben cobrar 40 a él y salimos los dos ganando. No me gusta no pagar un servicio que me han dado, pero tampoco se trata de discutir nada más llegar con el del hotel. 

    En el asiento del bus de Pula a Zagreb no cabía. Ni los aviones son tan estrechos. Menos mal que íbamos 20 en un bus de 50 plazas. 

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